jueves, 10 de abril de 2008

SUELEH / DEDICADO A JIMMY PAGE

Había una vez un hombre llamado Sueleh que tenía una esposa muy hermosa y dos niñas muy bonitas: Sidín y Fawsía.
Sueleh y su familia dedicaban su vida al pastoreo y obtenían leche de su rebaño para elaborar yogourth que luego vendían en el mercado.
Pero la suerte se volvió contra ellos al llegar tiempos de mucha sequía y las pocas plantas se secaron hasta convertir la zona en un desierto.
Las cabras no podían pastar, por lo que poco a poco fueron muriendo. Sueleh estaba desesperado,pues ciertamente el ganado era el sustento de toda su familia.
Y así, un buen día decidió emigrar en busca de suelo fértil. La familia al completo recogió todas sus pertenencias metiéndolas en enormes sacos que engancharon a lomos de un burro; y ataron a una carretilla a las dos únicas cabras escuálidas que habían sobrevivido al holocausto.

Sueleh iba a pie guiando a los animales y su esposa y las niñas iban sentadas sobre la carretilla.
De tal forma, pasaron las semanas y nada hallaron en el vasto e infinito desierto: y lo que es peor, el agua de los botijos se estaba agotando. Sabían que morirían pronto si no encontraban algún pozo de agua.
Y entonces sucedió algo imprevisible: El grupo ya parecía una escuadrilla de esqueletos cuando al detenerse para descansar, agotados y moribundos, vieron en el horizonte un gigantesco tornado de arena que se acercaba...
Las niñas comenzaron a gritar y la madre a llorar, Sueleh tiritaba de espanto, las dos cabras aterradas se derrumbaron para no levantarse nunca más, y el burro comenzó a rebuznar estrepitosamente.
Cuando el tornado ya estaba tan cerca que comenzaba a arrastrar las rocas que habían a su alrededor, se detuvo. Y de entre la arena del tornado apareció una mujer altísima: medía cinco metros de altura, su cara era alargada y fea, las pupilas de sus ojos eran verticales, sus manos estaban dotadas de dedos finísimos y de enorme longitud, y su aspecto inspiraba gran terror.



La mujer se fue acercando lentamente a Sueleh y a su familia y exclamó:

-¡Sueleh! ¡Querido y amadísimo primo Sueleh!. ¿No te acuerdas de mi?...Soy tu prima...tu prima Gandura...- explicó

Sueleh estaba perplejo, no recordaba tener ninguna prima, y su esposa le susurró al oido:

-No me habías dicho que tenías una prima...

Mientras Gandura se lamentaba y golpeaba su pecho fingiendo sufrir por la miseria en la que había encontrado inmersa a su supuesta familia, habló así:

-Yo, que vivo en la opulencia,que vivo en un paraíso de grandes riquezas, en mi palacio, con mis esclavos y mis manjares, en mis jardines colgantes de frutos exóticos y hermosas flores...Yo, que vivo como los dioses, sin pesares ni lamentos, he conseguido que vosotros, mi familia, muráis de hambre y sed. Amado Sueleh, ven a mis brazos...

Y comenzó a besar a todos ellos. Sherifa, la esposa de Sueleh, pronto aceptó gustosa la invitación de la prima de su marido, y de tal forma, se abrazaron y besaron como si se conocieran de siempre.
Pero las niñas estaban recelosas; les producía pavor la presencia de aquella espantosa mujer, más tenían hambre y ya sólo les quedaba un fino pellejito de piel sobre sus huesos.
Pronto iniciaron el camino hacia el palacio de Gandura, y desde aquel momento comenzó una nueva vida para todos ellos. Exquisiteces eran depositadas por elegantes criados en hermosas bandejas de plata sobre la gran mesa esmeralda del salón principal: cordero asado, hommos, bamie, frutos del bosque, y un sin fin de etc.
Pasaron los días, las semanas y los meses, siendo todos muy felices, principalmente Sueleh que era muy mimado por su prima.
Las hijas de Sueleh y Sherifa estaban incluso entraditas en carne, al igual que sus padres, y cuanto más tiempo pasaban en aquel lugar, más peso recuperaban; hasta que llegó la fecha en que sus rollizas piernas apenas podían caminar.
Y así, una mañana en la que la más pequeña de las hermanas se dirigía a la cocina en busca de algún dulce, escuchó a Gandura dar órdenes a sus criados:

-Quiero que matéis el toro más grande y con él hagáis una sabrosa cena. Sueleh y su familia están casi a punto para ser engullidos por mí- mientras decía esto, iba limando sus colmillos con una gigantesca lima de lado a lado, de lado a lado...

Las redondas piernecitas de la niña comenzaron a temblar al oír estas palabras, y como si se la hubiera dotado de alas huyó velozmente en busca de su madre.
Sherifa, al oír esta tremenda historia no lo pensó dos veces, recogió sus escasas pertenencias y fue al encuentro de su marido.
Más Sueleh no dio credibilidad al relato de su hija. Estaba tan cómodo en aquel lugar que no soportaba la idea de volver a pasar hambre:

-¡Marchaos!- vociferó- ingratas...yo me quedo aquí, junto a mi amada prima Gandura- proclamó Sueleh.

Pero Sherifa y las niñas escaparon con el burro lejos de allí. Inmmediatamente, la casa quedó en silencio y Gandura comenzó a sospechar...
Sueleh, que se había quedado sólo, empezó a sentir miedo y un profundo arrepentimiento: "Y si fuera cierto que su prima no fuera su prima sino un feroz monstruo caníbal..."
De repente, oyó las pisadas de Gandura que se acercaban firmemente. Así es que raudo buscó un agujero donde esconderse y únicamente encontró una enorme tinaja vacía donde se escurrió colocando sobre su cabeza una gran tapadera de barro.
Desde el interior pudo escuchar cómo su prima le llamaba tenebrosamente:

-¡Sueleh!¡Sueleh!...¡Sueleh...Suelehhhhhhh...¿dónde estás?...Sueleh...querido y amadísimo primo Suelehhhhhhhhhhhhhhhh....


Sueleh tenía tanto miedo en el cuerpo que sus dientes chirriaban y se puso tan nervioso que no pudo evitar dejar escapar una sonora delatante e incluso pestilente ventosidad, tan fuerte, tan fuerte, que la tapadera de la tinaja salió despedida estrellándose y rompiéndose contra el techo.

-¡Ahaa! ¿Conque estabas aquí metido?- dijo Gandura- ven a mis brazos apetitoso Sueleh. Ya es demasiado tarde...

Gandura agarró del pescuezo a su falso primo y lo engulló de un bocado. Una vez se lo hubo tragado buscó, sin éxito, a Sherifa y a las niñas por todo el palacio.

¡Ah!, se me han escapado- rugió- ¡Fadaús! ¡Fadaús, ven aquí ahora mismo...!


Y apareció un conejo enano. La monstruosa mujer subió sobre el lomo del diminuto roedor, al que ordenó:

-¡Vuela Fadaús, vuela!...¡Para tí los cráneos, para mi...las cabezas!....

El conejito comenzó a volar.

-¡Más alto, Fadaús, más alto!- decía la bruja

Y Fadaús siguió subiendo

-¡Aún más alto!...

Y llegaron a las cimas de las altas montañas.

-¡Más alto!...

Y llegaron a las nubes.

-¡Aún más alto!..

Y llegaron a la luna.

-¡Más alto!...

Y llegaron a las estrellas; y cuando ya estaban en la cima del universo la bruja pudo divisar a Sherifa y a sus hijas, entonces chilló:

-¡Ahora Fadaús, BAJAAAAA!

Y como un asteroide comenzaron a descender hasta caer estrepitosamente sobre una casita en medio de una aldea. Allí estaba Sherifa cocinando para sus hijas.
Cuando vió al monstruo, empezó a gritar y pedir socorro. Berreó tanto que los vecinos acudieron en tropel asustados porque alguna bestia salvaje estuviera atacando a las recién llegadas. Y armados con hachas y garrotes apalearon al monstruo hasta darle muerte.
Una vez que Gandura hubo muerto, escucharon en el interior de su barriga una vocecilla que pedía auxilio.
Sherifa agarró un enorme cuchillo de cocina y abrió en canal el estómago de la repugnante bruja, naciendo Sueleh ileso del cuerpo de su malvada prima y pudiendo de esta manera vivir dichoso con su familia el resto de su existencia.

FIN / Dedicado a Jimmy Page ( todos mis cuentos están registrados)

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